21/1/08

A quien lo pregunte

By Alan Romero.
Al volante y en el retrovisor, LVI.
A la derecha, la china.


Sólo una de esas horas libres en que no encuentras qué hacer porque no tuviste la grandiosa idea de llevarte a la universidad ese buen libro que estabas leyendo...

Estoy sentada en la primera mesa, justo al lado de la puerta abierta. Buscando inspiración; analizando hojas en blanco (la gente sale, otra gente entra y siento sus miradas sobre mí. Pensando, posiblemente, "debe estar loca" o "tiene problemas"). Buscando a la musa, o tal vez a algún familiar suyo, entre el balbuceo torpe de mis desvaríos y el bullicio bombardeante de la sala.
Leyendo historias talladas en la mesa de madera, las mismas que la hacen lucir desgastada y árida.
Las paredes en proceso de transformación, de color blanco a gris, quizá marrón... o probablemente algo que no esté en la gama de colores inventada por una entidad supuestamente terrestre.

El pasillo escucha descaradamente los chismes del fin de semana y las mismas descripciones físicas y patológicas del novio del mes.
El polvo cubre casi todo y aún está esa mancha de gaseosa en una de las paredes desde hace dos meses aproximadamente. Me pregunto si algún día podré dejar una marca (mancha o lo que sea) que dure tanto como esta y que nadie se moleste en borrar.

Acabo de recordar que alguien me pidió que esperara. No lo tenía presente. Es mejor que deje de escribir esto delante de cada persona que atraviesa esa puerta. Mejor me dedico a esperar. Y si me pregunta: "¿qué hacías?"... Le entregaré esta hoja. Aunque el porcentaje más alto de su reacción sea una risotada.



PD. Tal cosa no sucedió (su pregunta).



20/1/08

Relato I - Fragmento décimo

By LVI.
(La primera imagen de mi obsesión.
Lo siento, no he salido últimamente.
Sufro escasez de fotos).



Se perdieron en sus conversaciones y él olvido por completo los demás planes de ese día. Se habían quedado en el mirador que daba al mar. La brisa era adictiva. Había sido una jornada excelente… hasta que a ella se le ocurrió recordar que no debía estar en aquel sitio.

-¡Mira la hora, se nos hizo tarde, tenemos que irnos!
Él exhaló bajando la mirada.
-Lo sé.
-¡¿Y por qué no decías nada?!
-Esperaba que contestaras primero por qué no me habías preguntado hacia dónde íbamos hoy.
-¡Estás desquiciado! –alzó la voz riendo y se levantó dispuesta a irse.
-Ha sido entretenido… -confesó, imitando su gesto.

Dicho esto, ella le regaló una sonrisa cómplice. Y él pensó poder morir en paz. Aunque no sabía si era correcto pensarlo; ya estaba en el cielo.

Regresaron a las oficinas a tiempo y se quedaron fuera del edificio, esperando la salida de sus compañeros, para luego seguir con sus vidas normales.

-Ya, en serio… ¿me vas a decir por qué no preguntaste a dónde te llevaba?
-Dije que te lo diría cuando comprendiera la razón de tu locura.
-“La razón de tu locura” –repitió él con la mirada perdida
-Por Dios… -expresó ella subiendo los ojos
-¿Quiere decir, entonces, que no entendiste?
-Creo que sí. Pero me gustaría pensarlo más… Tú sabes, sería mejor conversarlo después.
-Claro, si así lo prefieres…
-Bueno… de todas maneras, gracias por esas horas…
Dijo alegre y enseguida lo abrazó. Sólo un abrazo amistoso, cruzado y caluroso. Pero demasiado espontáneo para haber salido de ella. Él se sorprendió, pero le correspondió sin dudarlo.
Se separaron rápidamente y se sentaron a esperar.

-¿Sabes que la cerveza deja un olor característico? -comentó
-¡Sí, horrible!, ¡¿será que tengo ese olor?! –preguntó ella alterada
-Sabes también que si bebiste cerveza con otra persona, esa otra persona no puede percibir ese olor… -dijo tratando de molestarla en broma
-No te soporto…
Declaró volteándose con una media sonrisa y él se acercó un poco más para atraer de nuevo su atención, pero antes de poder pronunciar otra palabra, ella se volteó de nuevo y sus rostros estaban muy cerca. Lo suficiente como para activar la alarma de “peligro” en sus cerebros.
Ninguno movió un músculo y tampoco se arriesgaban a bajar la mirada. Querían que sucediera, pero sus respectivos pares de ojos llevaban el mismo cartel. Miedo.

17/1/08

Corta travesía

Foto cortesía de USA Today (creo).
Sólo una buena (excelente) noticia.

They're back!


No he escrito una palabra bonita desde el año pasado (qué lejos se oye, ¿cierto?)...
Realmente no ha pasado demasiado. Refiriéndome al tiempo y a los sucesos. Pero lo que ha pasado, ha sido lento, fuerte y definitivo.

Mi cuerpo está encerrado en la habitación; me rehuso a moverme a cualquier lugar. Sólo por inercia salgo a la universidad, aunque prefiera seguir durmiendo. Ja... no sé de dónde saco tanto cansancio. Lo juro.
Entonces decía que, mi cuerpo está encerrado (decisión de él mismo). Pero una fracción de mi alma, quizá... osó salir por este mínimo agujero para explicarle a nadie qué ha sido de mí.

Permanezco aquí, donde antes estaba. Aspirando que el semestre termine cuanto antes y seguir obteniendo buenas calificaciones para dejar más tranquila a mi familia.
Estoy durmiendo lo que no como. Y para ser honesta, no me apetece nada. Ni siquiera hablar (tomando en cuenta que últimamente estaba hablando mucho para lo que acostumbraba) o reír... o gritar. No quiero nada. El frío me despierta y me asomo a la ventana, pero no puedo abrirla... es de noche, hace más frío afuera. Y no tengo antojo de masoquismo.

Duermo demasiado desde hace una semana, lo sé. Es casi enfermizo. Y si resuelvo mirarme al espejo luego de lavar mi cara, es peor. Las ojeras siguen intactas. Pienso que tal vez se deban a que Morfeo o algún ente infernal me da palizas porque estoy pasando más tiempo en aquel universo que en el mío. Aún no lo sé. Y tampoco quiero probar lo contrario.

La vida me ha malcriado. No debería estar escribiendo esto -dice mi Álter ego, con su tan marcado acento español-
Y está bien. Es hora de volver a mi celda... no quiero emocionarme.

Feliz año nuevo. Feliz, feliz, feliz.