10/5/08

Relato I - Fragmento duodécimo

Los pájaros comenzaron a hacer su rutina matutina de ruidos excitados y se movían de un árbol a otro. Como si estuviesen compitiendo por cuál de ellos cantaba más fuerte. Era una pesadilla viviente. Mientras más se quejaba la gente, más ruido hacían.
Las sábanas realizaban perezosos movimientos y jugaban con la luz que irrumpía en su limpieza y calidez. Marcos hacía esfuerzos por mantenerse dormido unos minutos más, pero la tarea resultó imposible con la carencia de cortinas y el resonar insistente de las bocinas en las calles.

Había apagado la alarma del despertador inconscientemente. No recordaba haberla escuchado y menos haberla desactivado. Rápidas vibraciones provenían de su buró, extendió la mano y tomó su celular. En el monitor aparecía “Sandra” sobre una cifra.

-¡¿Listo para revelarnos todo?! –dijo la voz sumamente animada al otro lado
-Hola… -contestó con voz ronca.
-Marcos.
-¿Qué?
-¿No te has levantado?
-No. Sí. Es que no estoy listo aún.
-Vas a llegar tarde, para variar. Apúrate. En fin… sólo queríamos saber si descansaste.
-Creo que sí… yo… -parecía haber reaccionado, pero disimuló –los veo en la oficina.
-Bueno, dale. Te esperamos.

¿Había dicho “Revelarnos todo”?, ¿a qué se refería? Probablemente sólo era otra de las bromas grupales que solían hacerle. Enseguida consultó la agenda del teléfono celular y marcaba la fecha diez de junio. Era imposible.
Encendió el ordenador, la radio, el televisor. Buscó las noticias. Sacó una jarra de agua de la nevera, llenó un vaso y se lo echó en la cara. Abrió los ojos y todo seguía igual. Comprobó que su celular no estaba mal configurado. Era 10 de junio. ¿Qué había hecho el día anterior? Revisó toda la habitación, el cesto de la ropa sucia. Lo primero que vio fue una camisa de mangas largas verde oscuro y un pantalón negro. No soportó más el desconcierto y marcó un número en su celular.

-Eric…¿cómo estás? –no sabía cómo decirlo.
-Bien, ¿qué pasó? –preguntó Eric asombrado. Era una llamada inesperada.
-Te va a sonar muy extraño, pero necesito saber qué ropa tenía puesta ayer.
-¿Qué?, ¿cómo voy a saber? –contestó entre risas
-Es en serio. Pregúntale a los otros. Pero sé discreto.
-Ya… ayer tenías una camisa verde…
-¿Pantalón negro?
-Bueno, creo. Déjame comprobar con Sandra…-se escucharon murmullos y por fin regresó- Sí, era eso.
-Eric. ¿Qué fecha es hoy?
-Pero ¿cuál es el chiste?
-Te dije que es en serio. Dime, por favor.
-Diez de junio.

Tras escuchar eso último, colgó el teléfono para no contestar más preguntas. No podía ser. Diez de junio. La noche anterior todos habían ido a beber y él había decidido irse a su apartamento porque ella iba a cenar con su esposo.

Había soñado un día entero en una madrugada. Su mirada se perdió en una de las baldosas del piso y retrocedió hasta hacer contacto con la cama y sin querer, sin darse cuenta, cayó sentado. Si alguien hubiese estado mirándolo, pensaría que estaba demente. Sólo vestía un pantalón blanco, el cabello revuelto, la barba con algunos milímetros y los brazos apoyados en sus muslos. Sin pronunciar palabra. Sólo maquinando qué era lo que había pasado. Y lo que no.
El periodista del noticiero se confundía con unos “bips” de errores y eventos del antivirus de la computadora. Mientras la radio parecía desenfocar todo rastro de sonido con Lenny Kravitz cantando “California”. La banda sonora de su vida parecía haber renunciado y sólo le colocaban música al azar. Ni por casualidad acorde con sus sentimientos.
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P.D. Esta historia se convirtió en un compromiso (aunque no sé con quién) y he vuelto por ella. No tengo Internet... los ladrones también tienen moda, y la de este mes es robar cables de cobre de teléfonos en los edificios. Genial, ¿no?